El liderazgo de hoy

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Los últimos avances tecnológicos, una generación de empleados más consciente y la pandemia han configurado de forma significativa diversos ámbitos de nuestra vida, incluido en el mundo del trabajo. Términos como «trabajo a distancia», «horario flexible» o «equilibrio entre vida y trabajo» son ahora omnipresentes.

En la actualidad, las necesidades de los empleados son primordiales, pero también lo es la necesidad de que la dirección se adapte al entorno cambiante para poder seguir siendo competitivo en el mercado laboral. Al fin y al cabo, ¿quién va a permanecer en una empresa con un ambiente de trabajo negativo cuando hay un montón de alternativas ahí fuera?

En este artículo, hablamos de cómo utilizar el concepto de liderazgo positivo para conducir a tu empresa con seguridad en tiempos difíciles, retener el talento y lograr resultados sobresalientes con vuestros equipo.

¿Qué es el liderazgo positivo?

El término liderazgo positivo nació originalmente de los resultados de varios estudios sobre la investigación del cerebro y la psicología positiva. En consecuencia, las acciones positivas y con propósito aumentan las emociones positivas en el equipo y conducen a un mejor rendimiento.

Kim Cameron es una psicóloga, especializada en laboral, con un doctorado en ciencias de la gestión en la Universidad de Yale. Cameron ha revolucionado los patrones tradicionales de pensamiento sobre el liderazgo y es conocida por su trabajo sobre las organizaciones positivas. En su publicación Positive Leadership: Strategies for Extraordinary Performance, identifica las tres características más importantes del liderazgo positivo: relaciones, comunicación y propósito positivo.

Además, el método se basa en el sesgo afirmativo, es decir, en la actitud positiva para centrarse en los puntos fuertes en lugar de en los débiles, en el optimismo en lugar de en el pesimismo y en el apoyo en lugar de en la crítica. Por último, Cameron destaca que este enfoque promueve la bondad en los seres humanos y valores como la virtud y el eudemonismo.

Un liderazgo basado en valores

En su libro «Zum Glück gibt’s Erfolg: Wie Positive Leadership zu Höchstleistung führt» («Afortunadamente, hay éxito: cómo el liderazgo positivo conduce al alto rendimiento»), los autores alemanes Creusen y Eschemann afirman que el liderazgo positivo (entre otros factores) se basa en los siguientes atributos: autonomía, esperanza, logro de objetivos, resiliencia y optimismo. La autonomía, la esperanza y la consecución de objetivos describen la fe y confianza en uno mismo, y la esperanza y la motivación se relacionan con lograr un objetivo. Los líderes resilientes guían a su empresa y a su equipo con éxito a través de las crisis y demuestran una excelente capacidad para resolver problemas.

También se centra en un liderazgo auténtico, basado en valores. Pero estos valores no deben quedarse en promesas vacías. Por el contrario, deben demostrarse y llevarse a cabo activamente. Nos referimos a valores como mostrar compasión, ser honesto, la confianza, la inclusión o prestar atención.

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¿La madre naturaleza como modelo de liderazgo positivo?

Los empleados satisfechos contagian su mezcla de optimismo y ganas. Ya en los años 30, esta constatación quedó demostrada en los trabajos de investigación de Rexford B. Hersey.

Esta hipótesis, afirma que las personas felices son teóricamente más productivas. El concepto de liderazgo positivo se basa en el mismo principio y, por tanto, tiene algunas similitudes con el fenómeno biológico del efecto heliotrópico. Este describe la predisposición de todos los organismos a inclinarse naturalmente hacia la luz, o dicho de otro modo, hacia lo positivo. Las plantas se inclinan hacia el sol, las personas recuerdan durante más tiempo las buenas experiencias y en cualquier idioma del mundo se encuentran más palabras positivas que negativas (Cameron). Pero, ¿dónde está el paralelismo con el liderazgo positivo? Los directivos que hacen uso de la energía positiva consiguen el mismo resultado. Funcionan como fuentes de energía, no agotan a los demás, sino que contagian su entusiasmo. Los estudios demuestran que la mejora del bienestar aumenta significativamente el número de hormonas como la dopamina y la oxitocina en el cuerpo humano y, por tanto, refuerza la inmunidad a las enfermedades, lo que a su vez aumenta, directamente, la productividad.

Por lo tanto, el secreto de una organización de éxito, con empleados productivos y motivados, proporciona también un alto nivel de bienestar para todos.

Cómo dirigir a un equipo con la metodología positiva

¿Cómo pueden los directivos crear esa sensación de bienestar? Hay varios enfoques e interpretaciones.

Por ejemplo, Cameron habla en su libro de cuatro estrategias diferentes. Según ella, lo primero es crear una atmósfera positiva en la empresa mostrando compasión y gratitud, así como perdonando los errores. Además, los miembros del equipo deben establecer relaciones positivas mediante la creación de una red, haciendo pausas para el café, practicando yoga o haciendo excursiones juntos. Además, la organización debe fomentar la comunicación positiva, por ejemplo, utilizando métodos de Best Self-Feedback. Este método consiste en que los compañeros de un empleado nombren tres impresiones positivas cada uno, tras lo cual se extraen las más frecuentes de la lista para formar los puntos fuertes del individuo. Por último, los líderes positivos piensan de forma optimista y encuentran un significado positivo en todo, independientemente de que sea un contratiempo o un error (significado positivo).

Otros defensores del enfoque de liderazgo positivo se centran especialmente en el desarrollo personal y en el consiguiente bienestar y éxito de los individuos. Se trata de los elementos de desarrollo del talento, el compromiso, el desarrollo de la visión y la inclusión de cada individuo. Para que el compromiso de los empleados con sus tareas sea máximo, deben encontrarse en un estado de flujo de trabajo. Esto describe una situación en la que la persona está totalmente absorta en su tarea, está motivada al máximo y, al mismo tiempo, no tiene en cuenta el tiempo y el espacio. ¿Pero cómo se llega a ese estado?

Csikszentmihalyi ya trabajó sobre este fenómeno en 1975: se refirió a la individualidad de las personas y explicó que cada tarea debería estar hecha a la medida de cada uno. Sólo así un individuo puede alcanzar la máxima motivación intrínseca, necesaria para una productividad óptima. Si los requisitos de una tarea son demasiado altos o demasiado bajos, es fácil que se produzca un exceso o una falta de desafío y que se produzca una falta de motivación. Por eso es aún más importante identificar los puntos fuertes y las habilidades especiales de cada empleado. Es igualmente esencial establecer una visión corporativa compartida y aclarar en qué medida cada uno del equipo puede contribuir a la consecución de este objetivo. Para ello, un buen líder también debe ser capaz de comunicar nuevas ideas de forma transparente y eficaz. Puede ser beneficioso dividir los grandes hitos en objetivos intermedios más pequeños: una rápida sensación de logro motiva. Esto dará lugar a una interacción más positiva, así como a resultados más satisfactorios. Mantenga alta la motivación de todos creando una correlación entre una actitud positiva y un rendimiento excelente.

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¿Qué hacer para que el liderazgo sea positivo?

Características como la gratitud, la humanidad, la empatía o la amabilidad forman parte del equipamiento básico de un líder positivo. Además, es fundamental que un líder se muestre más accesible en ciertos contextos y revele de vez en cuando detalles personales sobre sí mismo. Esta persona deja de ser una figura de autoridad fría e inaccesible, y se muestra auténtica, con puntos fuertes y débiles. Tiene las mismas preocupaciones y retos que los demás miembros del equipo, pero no permite que influyan en su comportamiento o actitud. Más bien, un líder positivo demuestra activamente positividad y actúa como modelo, lo que resulta especialmente útil en tiempos difíciles. La confianza, la firmeza, la esperanza o la empatía resultan inspiradoras y atractivas para los demás. Un factor esencial para generar confianza en un líder es que se vea que vela por los intereses del individuo. Demuestra interés personal y dedica tiempo en su rutina diaria de trabajo a pequeños gestos como: «Te escucho», «¿Qué podemos hacer como empresa para que te sientas mejor?», «Me complace dedicarte tiempo» o «Sabemos que estás dando lo mejor de ti».

El liderazgo positivo como oportunidad de crecimiento para todos

Tres cualidades esenciales de un líder positivo: 

  • Proporciona confianza para crear un buen ambiente de trabajo. 
  • Exige un alto nivel de rendimiento: ayuda a sus empleados a ir un paso más allá de sí mismos, ya que sólo así podrán desarrollar todo su potencial.   
  • Nomina a nuevos «generadores positivos» que puedan motivar a los demás en cadena.  

La clave es ir más allá. El estilo de liderazgo positivo implica que se conceda a los empleados cierto grado de libertad y confianza. Aunque el supervisor debe fijar algunos datos, como los plazos, luego debe dar a los empleados la oportunidad de expresarse con su trabajo. Esto no implica abandonar al equipo; de hecho, se hace todo lo posible por sacar lo mejor de cada uno. Por supuesto, es importante intervenir en caso de error y hacer críticas constructivas a los empleados. 

Tres consejos para hacer críticas constructivas: 

  • Hay que ser amable y respetuoso en todo momento.  
  • Ponerse en el lugar de la otra persona. 
  • Lo hecho, hecho está. En lugar de insistir en lo que ya ha ocurrido, ayuda al implicado a evitar errores similares en el futuro, a trabajar juntos en la búsqueda de soluciones y a transformar las debilidades en fortalezas como equipo.   

Igual de importante es dar el reconocimiento adecuado en caso de un buen rendimiento. Hacer cumplidos ayuda a mantener la motivación y hará que el equipo se sienta orgulloso. Las pequeñas muestras de agradecimiento, animarse unos a otros o los aplausos, aunque sean virtuales, pueden hacer maravillas. Pero lo más importante, es aprender a dar las gracias.    

¿Críticas (in)justificadas?

Los críticos suelen calificar el modelo de liderazgo positivo de demasiado blando, poco orientado a objetivos o, incluso, ingenuo. Pero eso no es cierto: incluso los líderes positivos deben saber dar noticias negativas, despedir a empleados o enfrentarse a situaciones difíciles. Ser amable se pasa por alto con demasiada frecuencia, sobre todo en el ritmo diario del trabajo, cuando todo el mundo está estresado. Se necesita mucha energía, concentración, resistencia y esfuerzo para dirigir con éxito a un equipo a través de los altibajos, mostrando al mismo tiempo imparcialidad y creando un ambiente agradable en el equipo. Un líder positivo no hace la vista gorda ante la presión o los retos complejos, al contrario, simplemente los afronta de otra manera.

Conclusiones

Entonces, ¿se puede decir que el liderazgo positivo eclipsa a los estilos de liderazgo convencionales? Una cosa es segura: este estilo de liderazgo hace que las empresas sean mejores, tengan más éxito y sean más resistentes ante crisis de cualquier tipo. Mientras que los métodos de liderazgo convencionales suelen estar diseñados para descubrir puntos débiles o errores en los empleados, dar por sentado el rendimiento y, por tanto, sufrir absentismo frecuente y altos índices de rotación, los líderes positivos trabajan con la cabeza y el corazón, y el equipo lo nota. Así, las organizaciones que utilizan un enfoque orientado a los valores obtienen mejores resultados que las que fomentan un tono autoritario y con enfoque en los beneficios diferentes a la innovación, a mayor productividad, calidad y competitividad. Y los empleados también se benefician de ello, ya que se sienten más cómodos en su entorno de trabajo, rinden más y están más comprometidos con el equipo. Una herramienta con la que todos salen ganando.